mi cocina - antes & después
ANTES
EL ANTES

Lo primero que te quiero contar es que en esta transformación no me salió todo bien. Sé que muchas veces vemos los antes y después y parece todo fácil, que se tomaron todas las decisiones correctas en el momento oportuno, y que con un poquito de esfuerzo salió todo de 10. Acá no pasó eso, ni cerca. Así que te voy a contar la versión sin censuras para que no te mandes las mismas macanas que me mandé yo. Si puedo, quiero ahorrarte un par de problemas.

Antes de mudarme, lo que hice fue pintar los azulejosNecesitaba que se redujera alguno de los mil colores que había en la cocina porque me estaba volviendo loca: rojo, amarillo, blanco, verde. Era un montón. No lo pensé demasiado, me parecía que era lo más sencillo, y que además aportaban tanto ruido visual que casi casi me mareaban. Ahí la cosa había mejorado mínimamente, pero seguía siendo un desastre. En la foto de arriba podés ver el antes con los azulejos ya pintados de blanco. 

Unos tres meses después de que me mudé, cambié los muebles: la realidad es que estaban destruídos, los cajones eran tan chicos que no entraba nada, y me daba CERO ganas de cocinar. Aproveché y alargué la mesada usando el espacio que originalmente era para la heladera (donde la mía nunca entró), y sumé dos muebles en frente para tener un poco más de espacio de guardado. Ahí sí, ya se había vuelto mucho más funcional y la cosa parecía ir bien. 

¿Con qué hice lío? Con el piso. Ya estaba todo mucho más lindo, y ese terrazzo rojo de patio sentía que me lo estaba arruinando. Ya un poco más envalentonada con mis dotes DIY, dije “listo, lo pinto”. El tema es que no la tenía muy clara con los materiales: usé una pintura epoxi (que no te puedo explicar lo HORRIBLE que olía), y después de horas de armar el patrón con cinta de papel, pinté con aerosol los dibujos, porque pensé que era lo que iba a quedar más prolijo. Después recubrí todo con laca al agua, y había quedado súper lindo, pero a los meses de uso se empezó a deteriorar: claramente había hecho las cosas mal. Hice un mix de pinturas que no iba, y además no preparé bien la superficie antes de arrancar.

En un principio, lo dejé ser. En ese momento todavía trabajaba en el banco y no tenía mucho tiempo libre para ocuparme. Cuando compré los pisos vinílicos para el resto de la casa me pareció que la madera iba a traer mucha más calidez al ambiente y la verdad es que amo como quedó. 

Unos meses más tarde, sumé la barra de madera sobre los dos módulos que había agregado en la otra pared, para tener más espacio de mesada. Pero algo seguía sin convencerme, y era la pared con azulejos. Me molestaba el brillo más que nada. ¿Qué hice? Rellené las juntas con recumix azul (es como un enduído que no se contrae, viene en polvo y se mezcla con agua), lijé, sufrí por lo cubierta de polvo que estaba mi casa y después sufrí un poco más limpiando todo. Hacelo bajo su propio riesgo: lleva tiempo y muuuucho esfuerzo.

Una vez que estaba lijado, apliqué zinsser 123 como primer (si lo hacés, no te saltees este paso), y después pinté la pared con un efecto símil cemento. Esto me sirvió como base perfecta para la galería de cuadros en blanco y negro que me imaginaba para este espacio.

¿Qué te parece como quedó?

Acá podés comparar el antes y el después.

El resultado final completo.

Si este antes y después te dio ganas de hacer cambios en tu casa, te puedo ayudar con mis asesorías online.